"El Último Magnate" es un largometraje documental sobre un episodio desconocido de los años 20: la cooperación entre España y Alemania para fabricar en secreto las armas más sofisticadas del momento. Esta película recupera un personaje extraordinario, Horacio Echevarrieta, que está en el origen de Iberia, Iberdrola o la Gran Vía madrileña, y que arriesgó todo su imperio por hacer realidad su sueño de construir el mejor barco que jamás hubiera navegado.
SINOPSIS
El magnate español Horacio Echevarrieta, y el marino alemán Wilhelm Canaris, unieron sus habilidades e influencias para tejer una red de negocios, espionaje y finanzas que iba a marcar, desde sus fábricas y astilleros en España, los grandes avances industriales, tecnológicos y militares del siglo XX.
Aunque aquella cooperación fue cortada por los nuevos regímenes que iban a instaurarse en ambos países, los resultados de aquella aventura siguieron navegando - los uboots de la Segunda Guerra Mundial surgen de ese prototipo-, y abrieron la era de los grandes complejos tecnológico-militares.
LOS PROTAGONISTAS
La celebridad de Horacio Echevarrieta terminó en el más absoluto de los olvidos y hoy son muy pocas las personas –básicamente historiadores y curiosos- a quienes suena su nombre.
Miembro, por nacimiento, de la burguesía bilbaína de Neguri, y propietario de numerosas empresas (minas, madereras, hidroeléctricas, etc.), también un periódico, El Liberal, supo estar en primera línea de los negocios que se le fueron presentando (como el Ensanche de Bilbao, la Gran Vía de Madrid o el Metropolitano de Barcelona, de cuya línea 2 era socio, entre muchos otros) y de la política, que le llevó en tres legislaturas como diputado por Bilbao a las Cortes por el partido republicano que había fundado Nicolás Salmerón.
Reprodujo también las excentricidades de los magnates de la época, al disponer de varias mansiones, colecciones de arte, automóviles de lujo, y diversos yates para sus viajes, sus actos sociales y también el disfrute de su pasión por navegar.
Fue precisamente en uno de sus veleros que alcanzó máximas cotas de popularidad, al negociar desde él, en la bahía de Alhucemas, el rescate de los soldados españoles que el caudillo rifeño Abd-el-Krim había tomado como prisioneros tras la matanza del llamado Desastre de Anual. Abonó los cuatro millones de pesetas en metálico que exigían, y permaneció como último rehén hasta que fue liberado el último cautivo. Esta actuación convirtió a Echevarrieta en personalidad del momento y en amigo personal del rey Alfonso XIII y del dictador Miguel Primo de Rivera, que pocos meses después se pondría al frente del gobierno.
Estas amistades abrieron una nueva época –de primera página nacional- a don Horacio, y le costaron un enfrentamiento con altas instancias militares (opuestas a la negociación con los rifeños) y, sobre todo, con los líderes políticos, muchos de ellos compañeros de partido o incluso receptores de sus dádivas, que aspiraban a instaurar un régimen republicano en España: Indalecio Prieto (amigo, a pesar de la rivalidad política en la circunscripción de Bilbao, y que le adquirió el diario El Liberal) o Alejandro Lerroux, entre otros.
Atrás, sin embargo, quedaban los años dorados en la cima de la política y la sociedad, rodeado de las más altas figuras, e involucrado en los negocios más pujantes: empresas energéticas como Iberdrola, líneas aéreas como Iberia, y la más moderna tecnología, la que iba a transformar España y Europa en el siglo XX, y que puede decirse que pasó por sus manos.
Fue una personalidad única y extraordinaria, a la que es más fácil percibir que juzgar. Ambicioso, intuitivo y valiente, quizá oportunista sin que esto excluya el compromiso que mantuvo con su tierra y del que pudo desencantarse ante la dimensión pública que tuvo por delante.
Este documental se centra en los negocios que, entre 1924-29, estableció con Alemania a través de Wilhelm Canaris y de Walther Lohmann, y gracias a los cuales desarrolló en España la más sofisticada tecnología de la época, algunos de cuyos frutos son aún visibles en el panorama mundial.
No pretende ser una biografía lineal o crítica, esa labor la dejamos para otro programa exhaustivo o incluso para una eventual película o serie de ficción, pues el material es comparable al de Hearst o Howard Hughes, por citar algunos casos célebres del otro lado del Atlántico. Lo que nos interesa y fascina es la originalidad y ambigüedad del personaje, su capacidad para moverse en circunstancias distintas, en un mundo cambiante, y poder sobrevivir a ciertas transformaciones, aunque finalmente quede, también, obsoleto al mundo que él mismo había soñado (la República).
A través de pinceladas y, sobre todo, de sus temerarias actuaciones en el mundo de los negocios, el espectador dispondrá de elementos para hacerse un juicio de valor que, en todo caso, no es objetivo de este documental ni de sus autores.
La transformación de los últimos restos visibles de su legado, apoyarán este efecto de la memoria: el hoy Jardín Botánico-Histórico de Málaga (antigua Finca La Concepción), el lugar del astillero de Cádiz (hoy base para el nuevo y esperado puente de la Bahía) o las viejas galerías de su caserón de Neguri, pendientes de convertirse en un hotel de lujo sobre el puerto deportivo de esta exclusiva zona entre Las Arenas y Getxo.
Otras peripecias suyas en la I Guerra Mundial contribuyeron a en torno a él un aura de agente secreto, entre ellas su huida de una cárcel chilena a través de los Andes, para cruzar el Atlántico bajo una de sus varias identidades: Reed Rosas.
Con este nombre desarrolló una silenciosa pero eficaz labor en la España de 1916-17 que combinaba el apoyo a los u-boots alemanes que acosaban el tráfico marítimo internacional, con los primeros contactos para establecer un servicio secreto y apoyos en los medios políticos y financieros españoles. Canaris entabla conocimiento con banqueros y personajes de alto nivel, entre los cuales se produce el primer encuentro con Horacio Echevarrieta.
Canaris debió jugar una baza fundamental en la decisión que tomó Echevarrieta de deshacerse de su naviera (dos de cuyos barcos han sido hundidos por u-boots alemanes, a pesar de la neutralidad de España) y adquirir el astillero Vea-Murguía de Cádiz. Los pequeños mercantes que allí empiezan a construirse debían servir de nodrizas a los submarinos alemanes que recalaban en puertos españoles. En uno de ellos se hizo llegar un mensaje del Kaiser alemán al Rey español, y en otro (el mítico U-35) regresó Canaris a su patria.
Los periódicos alemanes no dudaron en vincularle a turbios asuntos (como la muerte de Rosa Luxemburgo), con lo que Canaris hubo de abandonar la red española y regresar a un discreto destino en la Marina, cuando más falta hacía. Poco después el nuevo régimen nacionalsocialista, en las antípodas de la II República que estrenaba España, se sentiría liberado de todas las ataduras del Tratado de Versalles, y continuaría ya de forma abierta la carrera armamentística en su propia casa, dirigiendo su paso ya sin ambages hacia una segunda gran guerra.
En ella se acabaría de consolidar el mito de Canaris, quien aun distante a la ideología nazi, dirigió el Abwehr, el prestigioso servicio secreto con autonomía y cierta aura de la época en que magnates, políticos y espías habían compartido las mismas cenas y casas. Asociado a la conspiración para derrocar a Adolf Hitler y pactar con Gran Bretaña, Canaris fue hecho preso y fusilado pocos días antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial.
Condecorado en varias ocasiones por sus hazañas dentro y fuera del campo de batalla, Canaris podría considerarse el paradigma del espía: educado, cortés y considerado con los enemigos, siempre marcado por una gran serenidad y total autocontrol.
INTRIGA
Esos documentos (apenas unos planos industriales, con membrete del astillero de Echevarrieta en Cádiz, pero indicaciones en alemán), tensan el argumento, la búsqueda de sentido, la importancia de lo que se oculta en la historia y en el desarrollo argumental. Son, también, el llamado “macguffin”, pues finalmente ofrecen un valor relativo al espectador, a cambio de haber dirigido su atención hacia qué hay en el origen, qué personajes e historias se esconden detrás de un gráfico sobre papel.
El submarino E-1 es, finalmente, la forma física que adquiere el plano sobre papel. También éste (a través de fotografías antiguas, incluso alguna posible recreación o imagen cinematográfica en movimiento) conserva el papel de catalizador de la epopeya de Echevarrieta.
El submarino es el fruto de su esplendor, lo máximo que fue capaz de construir en sus astilleros (también el hoy buque-escuela Juan Sebastián Elcano, que también tendrá su espacio en la película), y que además hizo sobre la única base contractual de una conversación con el general Primo de Rivera, entonces máximo gobernante español. Este carácter verbal de este contrato será, precisamente, el elemento de su ruina, cuando ningún gobierno posterior, ni siquiera el de sus compañeros y amigos republicanos, al fin en el poder, acceda a comprarle o siquiera indemnizarle por el E-1.
Adquiere carácter de tragedia al llevar a Echevarrieta a la cárcel precisamente por acceder al favor que el presidente Azaña le solicita como contrapartida a compensarle por el E-1. Y de tragicomedia al saber que, mientras él lo ofrecía a precio de ganga, marinos españoles tanteaban la adquisición de un modelo similar que la misma sociedad alemana había construido entre tanto en Finlandia (y que hoy se expone al público en las playas de Helsinki).
Rumbo a Turquía, en 1934, el E-1 desaparecía de la memoria. Ni él ni Canaris, ni siquiera Echevarrieta, sobrevivieron a los regímenes y guerras que surgirían de sus intrigas tecnológicas. Aunque aquello sólo fuera el principio del espionaje militar y de las armas de destrucción masiva.
La Propuesta
Sobre la película
UNA AVENTURA INÉDITA y una detallada investigación han permitido desvelar la alianza de Echevarrieta con Alemania, que tiene todos los ingredientes de los mejores relatos de espías, yresuena en el espectador en líneas con las tramas internacionales que suceden hoy en día para construir armas secretas.Un momento apasionante de la Historia Europea, entre las dos guerras mundiales, en el que todo parecía posible: la convulsa República de Weimar y la dictadura de Primo de Rivera, se ven conectadas a través de estos agentes secretos alemanes, inversiones increíbles y un plan del que el submarino E-1 fue el gran protagonista.
Hemos recorrido cientos de archivos hasta descubrir documentos inéditos, imágenes que prueban esta historia. En estos mismos escenarios hemos grabado entrevistas con los principales expertos españoles e internacionales, además de con los últimos testimonios vivos: un hijo de don Horacio (José María Echevarrieta, 106 años de edad) y un sobrino del capitán Lohmann